Los cornetes son unas estructuras dentro de la nariz que tienen un pequeño hueso muy fino, y una cobertura de tejido. Este tejido es especial, ya que puede hincharse y deshincharse de sangre. Gracias a esto regula la cantidad de aire que pasa por la nariz, al tiempo que permite calentarlo, humedecerlo y limpiarlo.
Si los cornetes son muy grandes, pueden dificultar el paso del aire. Por ello, se puede hacer cirugía de cornetes. Aunque tenemos 3 cornetes por fosa, el cornete que operamos habitualmente es el cornete inferior, ya que es el que más influye para la obstrucción nasal.
Hay distintas técnicas para operarlos, pero parece que las que tienen mayor relación riesgo-beneficio en niño son la radiofrecuencia, la radiofrecuencia por coblación, y la resección con microdebridador. En resumen, ambos tipos de radiofrecuencia son una forma de quemar a muy baja temperatura el interior del cornete (respetando la mucosa que lo cubre, que cumple funciones muy importantes). En la resección con microdebridador introducimos un instrumento muy fino (de aproximadamente 2 mm) en el interior del cornete, y vamos aspirando y resecando el interior del cornete, respetando la piel.
Hemos publicado un trabajo donde analizamos los riesgos de esta cirugía[1]. Las complicaciones ocurren en el 3% de los casos, pero son complicaciones menores cuando usamos las técnicas comentadas. Estas complicaciones son sangrado menor (no requieren revisión en el quirófano), infección (se trata con antibióticos), y costras de mal manejo en el postoperatorio.
A corto plazo las 3 tienen resultados similares. Sin embargo, parece que a largo plazo el efecto es mejor para el microdebridador[2].
Sabiendo que se trata de una técnica segura… la pregunta no es si se puede o no operar, sino ¿cuándo operar? Aquí las guías clínicas son un poco ambiguas, ya que nos hablan de obstrucción nasal que persiste a pesar del tratamiento médico. Pero no aclaran cómo debemos medir la obstrucción nasal. En los niños, que pueden tener dificultad en auto-percibir y expresar sus síntomas, creemos que es necesario contar con medidas objetivas. En nuestro caso, utilizamos la rinomanometría (una medida del esfuerzo que necesitamos para respirar por la nariz) con y sin descongestionante nasal. El descongestionante simula muy bien el efecto de la cirugía. Hemos identificado que los niños que tienen un 40% de descenso en el esfuerzo respiratorio cuando usamos el descongestionante, son los que más se benefician de la cirugía[3]. En el momento de escribir esta entrada no hay otros trabajos en niños que lo hayan medido, pero sí en adultos. En adultos se encuentran resultados muy similares, lo que apoya nuestros resultados.
[1] Calvo-Henriquez C, Capasso R, Martínez-Capoccioni G, Rangel-Chaves J, Liu SY, O’Connor-Reina C, Lechien JR, Martin-Martin C. Safeness, subjective and objective changes after turbinate surgery in pediatric patients: A systematic review. Int J Pediatr Otorhinolaryngol. 2020 Aug;135:110128. doi: 10.1016/j.ijporl.2020.110128. Epub 2020 May 21. PMID: 32485468.
[2] Liu CM, Tan CD, Lee FP, Lin KN, Huang HM. Microdebrider-assisted versus radiofrequency-assisted inferior turbinoplasty. Laryngoscope. 2009 Feb;119(2):414-8. doi: 10.1002/lary.20088. PMID: 19172626.
[3] Calvo-Henriquez C, Mayo-Yáñez M, Lechien JR, Moure JD, Faraldo-García A, Martinez-Capoccioni G, Esteller-More E, Neves JC, Martin-Martin C. Looking for a cutoff value for the decongestant test in children suffering with turbinate hypertrophy. Eur Arch Otorhinolaryngol. 2021 Oct;278(10):3821-3826. doi: 10.1007/s00405-021-06657-0. Epub 2021 Feb 10. PMID: 33566176.